Reinos Renacientes
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Luccio de Carranza (2 de noviembre de 1443), huerfano de padres desconocidos es diestro con la espada, e imparte clases como maestro en la Escuela de Esgrima de las Coronas Hispánicas. Ha escrito varios Tratados, entre ellos su ópera prima titulada "Fundamentos de la Verdadera Destreza de las armas", es sin duda la de mayor relevancia.

Infancia[]

Poco se conoce de la infancia de Luccio, debido a su carácter reservado con este tema. Huerfano a una temprana edad, fue acogido y criado en un monasterio de la ciudad de Valencia. Durante unos años vivió allí instruyendose en la vida monastica, lo cual le creó una profunda insatisfacción personal.

Aquellos años le provocaron un profundo respeto al Aristotelismo, fe que sigue procesando pese a no estar bautizado. Pero sus ansias de conocer mundo y salir de aquellas paredes, le provocó la necesidad de escapar del monasterio cuando solo tenía 11 años de edad.

Durante los siguientes meses, Luccio mal vivió en las callejuelas de la ciudad del Turia viviendo en casas abandonadas, robando en los mercados un bocado que echarse a la boca y soñando con tener una vida mejor.

En la primavera de 1455 mientras vagaba por la capital valenciana, conoció al que sería su Tutor y maestro; Dekar de Peñalver, hombre ya de avanzada edad lo acogió bajo su protección y le enseñó el mundo de las ciencias y el arte de la espada.

Juventud[]

Los siguientes años transcurrieron en la villa de Segorbe, bajo la protección de Dekar de Peñalver.

Allí aprendió los secretos de la canteria, así como conocimientos básicos de auditorias y contabilidad.  Pero no son las cuentas y la burocracia algo que llamara la atención del joven Luccio.

Fue en el arte de la guerra y las destrezas de las armas lo que guiaría el futuro del de Carranza. Títulado en la Universidad de Valencia en la vía militar, destinó su vida al estudio de la esgrima y la Verdadera Destreza.

En el otoño de 1459 acompañó a su maestro Dekar de Peñalver a la villa de Barcelona, hasta el monasterio de Monserrat. Donde se retiraría hasta sus últimos días. Luccio se hizo cargo de las haciendas y propiedades de su tutor hasta la muerte de este.

A comienzos del año 1460, ayudó a recuperar el ayuntamiento de la villa Franca de Urgel, de los asaltantes catalanes.

Durante el verano de 1460, Luccio de formó parte de un grupo de maestros y formaron la Escuela de Esgrima de las Coronas Hispanicas, donde hasta el día de hoy imparte clases.

A finales del otoño de 1460, el de Carranza terminó su Tratado de Esgrima titulado "Fundamentos de la Verdadera Destreza de las armas".

Tras largos viajes por los territorios peninsulares, acaba en la Villa de Burgos, donde vagaba sin rumbo buscando un lugar donde poder hospedarse mientras atendía asuntos burocráticos referentes a la publicación de su Tratado de Esgrima en tierras castellanas.

Es allí, donde en un encuentro casual, conoce a la dama Shilien. Persona con la que, además proporcionarle un lugar donde hospedarse, le terminó uniendo una gran amistad.

Durante su estancia en Burgos, Luccio escribe su segundo Tratado, titulado; "Cuidados y mantenimientos de las armas".

Asedio de Burgos[]

En la primavera de 1461, mientras se encontraba en la ciudad de Burgos, tropas aragonesas bajo la bandera del Condado de Béarn traspasaron las fronteras del Reino de Castilla. Aunque no se llegó a entablar combate si que hubo varios días de asedio de la capital, en donde Luccio participó como si de un castellano más se tratase. Durante la defensa entabló amistad con Astaroth da Lúa, Marqués de Gondomar y las Islas. Quedando un duelo pendiente entre ambos.

Debido a la inactividad del conflicto, el de Carranza lanzó un desafío a los soldados acampados a las afueras de la capital castellana. Un combate singular en la liza. Sea por cobardía o respeto a las ordenes de sus superiores ningún soldado aragonés recogió el guante.

Una mañana, el ejercito invasor se había retirado de las murallas de Burgos, sin haber entrado en combate. El conflicto fue disolviéndose con el paso del tiempo, sin mayores consecuencias a unos y otros; salvo algún inocente viandante.

Tras lo acontecido, el Gobierno castellano por medio de su Gobernadora Anelle de Lancaster, le concedió la la ciudadanía castellana honorífica. Enseña que lleva con gran orgullo a vista de todos.

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